Como tengo el hábito de escribir a mano en mi cuaderno (actualmente violeta), el blog ha quedado relegado a un segundo plano. No es que no tuviera ganas de escribir, pero entre el trabajo nuevo y la universidad la verdad que tuve que priorizar actividades.
Este post lo quiero dedicar a las cosas que me inspiran. Desde hace años que leo a Aniko Villalba en su blog Viajando por ahí, pero cuando empezó con Escribir.me me hice absolutamente fan (y me hago cargo de lo creepy que suena eso) porque ella tiene una forma de contagiar su entusiasmo por las cosas que le gustan que, después de leerla, te dan ganas de: a) salir a viajar por el mundo, o b) dedicar unas horas a escribir/scrapbookear/crear. Y es justamente eso lo que más me disfruto: salir de un lugar (virtual o físico) con ganas de hacer cosas, entusiasmada. Quedarme con la sensación de que estoy cargada con energía positiva y de que puedo lograr todo lo que me proponga, aunque eso me dure un ratito.
En esta búsqueda por encontrar cosas que me inspiren más allá de lo que ya de por sí me gusta, me topé con la necesidad de reencontrarme conmigo, con mi esencia, con la persona que soy sin importar el afuera. Afortunadamente cuando uno manifiesta lo que quiere el universo conspira para dártelo, así que contacté a Ana Szelest para que me ayude a entrar en eje. Ana es terapeuta holística y además es la mamá de una compañera de la facu, así que sabía de ella desde hace bastante pero siempre por una cosa u otra dejaba para después el llamado.
El mes pasado me decidí y la llamé, tuvimos una sesión y me abrió la cabeza en distintos aspectos. Si bien yo ya venía haciendo mi camino de hormiga en esto de las energías y el universo, ella me explicó mejor el mecanismo, me dio herramientas para cambiar la forma en la que veo el mundo a mi alrededor, me hizo entender los patrones que me frenan, y en ese camino de aprendizaje estoy ahora, absorbiendo el material y tratando de cambiar esas cosas que hasta hace poco no sabía que me frenaban tanto. Algo que me llamó la atención es que estoy tan acostumbrada a hablarme mal por pavadas, que nunca registré ese flagelo constante para conmigo misma, algo que tengo que cambiar.

Otra cosa que estoy buscando también es darle un poco de rienda suelta a mi creatividad. Para eso me propuse leer más, aunque sea un poquito cada día que ya es algo, y me compré el libro A Book that Takes its Time de la hermosa editorial de la revista Flow. Este libro es una forma práctica de practicar mindfulness mediante actividades que incluyen realizar collages, listas, escribir un diario y, sobre todo, tomarse el tiempo para disfrutar de cada cosa. No es un libro que empieces y termines en una determinada cantidad de tiempo, tampoco que se lea de un tirón, porque la idea es hacerlo lento, masticando la experiencia.
Aniko tiene un post en Escribir.me en el que habla de la revista Flow y de otras cosas que ella hace cuando se pone a procrastinar, así que si a alguno le gusta alguna de las ideas que ella cuenta es cuestión de ponerlas en práctica. Por otra parte, también tiene esta sección en la que recomienda charlas que la inspiran. Hay charlas TED y entrevistas, no duran mucho y son minutos que te dejan pensando horas.
Siguiendo con esta nutrición mental, me anoté en unos cursos online de Mamá Emprende para, de a poco, impulsar el proyecto personal del que ya había hablado en otra oportunidad. Alejandra (la creadora de ME) ayuda a emprendedoras a desarrollar sus ideas y convertirlas en acción, sus cursos son mediante videos y cuadernillos, todo muy ameno y lindo a la vista, así que dan ganas de hacerlos.
Continúo escuchando a Mía Astral, estoy viendo unos videos de Deepak Chopra sobre auto-descubrimiento, leí el libro Muchas vidas, muchos maestros de Brian Weiss y sigo en esta búsqueda de cosas que me hagan bien en un nivel más profundo. Quizás la edad me está pegando en un nivel más esotérico, no lo sé, pero por lo pronto me gusta 🙂