Hace exactamente un año estábamos con Lucía en Londres, despidiéndonos de lo que fueron las mejores vacaciones de la historia de las vacaciones. El placer de conocer y descubrir todo con ojos asombrados, porque hasta las cosas más pavas para nosotras fueron motivo de risa y eso hizo más mágico todo.
Un año después estoy sentada en el escritorio de una oficina, trabajando en un edificio nuevo, cumpliendo otra función para la misma empresa y lejos del aeropuerto. ¿Raro? Muy, pero en proceso de adaptación. La gente acá es muy macanuda y la verdad es que necesitaba un poco de tranquilidad después de varios meses de movimiento.

El proyecto personal que teníamos con mi amiga sigue en pie pero en pausa, porque una inesperada situación me liquidó la fluidez económica: tuve que mudarme y ahora estoy en un lugar más grande, cerca de mi anterior casa pero separada de mi hermano y su familia. Nuevamente algo extraño: otra casa y otros vecinos, otro edificio, otras reglas, así que de a poco estoy superando el proceso de adaptación y ya me siento “en casa”. Al principio estaba como en un hotel, me angustié mucho porque no fue fácil encontrar departamento, pero al final salió y volvió la calma.
El reto de libros fue la gran “el que mucho abarca poco aprieta” y veo la meta tan lejana e inalcanzable que me da pena haber sido tan ilusa de pensar que iba a poder. La facu viene bien pero me consume mucho tiempo, así que entre el cambio de casa, de trabajo y la tesis, olvídate de que agarre un libro, y si lo hago me tomo todo el tiempo del mundo para leer.

Lo bueno es que esta oleada de cambios vino con todo junto, no por etapas, así que una vez que encuentre la estabilidad espero que sea en todos los aspectos: casa, trabajo y familia. Según Mía Astral (estoy a full con su horóscopo semanal) en septiembre voy a lograr la estabilidad que tanto necesito, porque junio y julio fueron puro movimiento más arriba y es momento de frenar.
A veces extraño aeroparque, a veces extraño mi ex casa, pero sé que los cambios fueron para mejor y para crecer y eso siempre es bueno. Estar estancado por mucho tiempo en el mismo lugar es hundirse en la zona de confort, lo que no ayuda a potenciarte ni a sacar lo mejor de vos. A mí en cuestión de dos meses la vida me dio un sacudón tan grande al grito de “¡despertate!” que o me subía a la tabla a surfear las olas o me quedaba en el molde y me ahogaba en el mar de drama.
Bienvenidos sean los cambios, los abrazo, los quiero y entiendo que una buena parte de mí los necesitaba con locura, así que ahora quiero disfrutar de esta nueva etapa que comenzó para sacar lo mejor de mí.
Qué bien!
Son necesarios esos sacudones! Cuando logras estabilizarte y recuperar el equilibrio empiezas a agradecer haber salido de ese cascarón en el que llevabas un tiempo acomodadita.
Que disfrutes tus cambios y que no mueran tus sueños ni ese proyecto personal con tu amiga.
Saludos y abrazos desde Colombia
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¡Muchas gracias por tu comentario! Espero que todo siga para mejor 🙂
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