Volver a un viejo amor

Tenía bastante abandonado el blog, pero te prometo que hay una buena razón para justificar mi ausencia. Donde hubo fuego cenizas quedan, y yo siempre amé con locura escribir a mano, así que desde hace poco más de un mes que estoy anotando todo en un cuaderno que me acompaña a todos lados.

No me había dado cuenta de cuánto extrañaba escribir a mano hasta que volví a sentir la sensación de agarrar una lapicera e ir ensuciándome el dedo chiquito a medida que escribo, o cuando me vi obligada a prestarle mayor atención a mi entorno, a las cosas que pasan y cómo me afectan, a conversaciones, canciones. Cosas. Escribir a mano me hace estar atenta a cosas, incluso mis sueños forman parte de esta nueva ola de percepción global.

Amo mi blog, amo escribir acá y sentir que tengo una conexión con el mundo digital, pero la verdad es que últimamente con tantos cambios necesitaba volver a los orígenes, a lo que me llevó a plantearme muchas veces una carrera como escritora, aunque no sea muy buena y siempre crea que tengo algo para mejorar.

Escribir me libera, me reconforta, me ayuda a estar en paz con mis pensamientos. Es como un exorcismo de cosas negativas y un recolector de cosas positivas, porque cuando escribo todo, absolutamente todo va a parar a mi cuaderno. Si algo me llama la atención, marcó mi día, me cambió el humor, me impactó de alguna forma, eso será escrito y tendrá un lugar en mi pequeño espiral de recuerdos.

Quizás algún día vuelva atrás y lea lo que hoy estoy registrando, no lo sé, pero mientras tanto pienso que si a futuro algo me pasa y pierdo la memoria, con sólo leer este cuaderno voy a poder reconstruir una parte de mí.

Me propuse este año escribir más, a mano, con dibujos, libremente, sin la presión de las tres veces por semana que me había autoimpuesto en el blog y que nunca llegué a cumplir más de un mes. Me propuse leer más, estar más conectada con mi lado literario, darle una chance a la lectura en otros idiomas como otrora hice, e incorporar nuevo vocabulario a mi habitual forma lunfarda de hablar.

Quiero poco a poco convertirme en la mejor versión de mi misma, ser el modelo de mujer que hoy admiro (culta, consciente de sí misma, segura, divertida, con objetivos, buena gente), y quiero que de acá a unos años pueda mirar para atrás sintiéndome orgullosa de mis logros. Así como ahora pero mejor.

Creo que el hecho de cumplir 25 años me hace plantearme muchas cosas, seguramente en otro post escribiré sobre esto (ya lo hice en mi cuaderno). La edad no me define, pero hasta hace un tiempo me limitaba porque pensaba que «para cuando tenga 25 quiero estar casada y tener dos hijos» y no pasó. Desde que cumplí 24 que vengo reflexionando sobre esto, el paso del tiempo, la muerte de seres queridos, el ciclo de la vida que pasa y pasa mientras a veces no sé si lo que estoy haciendo es realmente lo que quiero.

Toda esa reflexión del año pasado me llevó a darme cuenta de que sí, hoy por hoy por suerte estoy haciendo las cosas que quiero, y que así es como debo seguir para lograr mis objetivos a futuro. Amo mi trabajo, amo mis nuevas responsabilidades, amo mi carrera, amo todo lo que estoy haciendo, y amar lo que uno hace ayuda a lograr lo que uno quiere.

Tal vez en unos años mi opinión sea distinta, pero hoy estoy así: feliz y escribiendo a mano. Mañana… sólo lo sabré después.