Siempre fui bastante categórica con las cosas que me gustan y con la forma en la que creo que debe manejarse la gente para respetar al otro. Generalmente me van a escuchar retando a alguien porque tose, estornuda o bosteza con la boca abierta, y soy de las que se queda clavada al piso en la esquina hasta que el semáforo se pone en verde (o blanco).
Reconozco que hay gente a la que le molesta que sea así, trato de controlarme pero a veces es más fuerte que yo y no puedo evitar corregir de la misma forma que hacía mi mamá cuando yo era chica. Se ve que las cosas que me decía las internalicé tanto que hoy son como pequeños TOCs que me acompañan no sólo a mí, sino a todos los que me rodean.
Lo peor es que no tengo límites, puedo corregir a mi sobrino y a mis profesores con la misma desfachatez porque, claro, yo estoy convencida de que lo hago en pos de un mundo mejor (?), aunque sea para mí.
Me mata cuando Benja empieza a bostezar, lo miro, me mira, levanta la manito y mientras bosteza me sonríe. Yo le digo que tengo bien entrenado a mi dragón y se ríe, es un momento juntos que me encanta porque de a poquito va internalizando las buenas costumbres. De hecho cuando va al baño pasa algo similar, y recuerdo esta charla con mucha ternura:
-Tía, quiero ir al baño.
-Bueno, andá, pero cuando salgas lavate las manos.
-Pero tía… ¡no llego a la pileta!
-Vos avisame y yo te ayudo. -Y cuando terminó le lavé las manos como antes hacía mi papá conmigo.
Otra cosa que me pone particularmente mal son los errores de ortografía. O mejor dicho, los horrores de ortografía. He visto cada cosa que ya nada debería sorprenderme, pero la humanidad se esfuerza en superarse para mal. Puedo entender que hay cosas que pasan pero otras (como huevo con G y diéresis) NO.
El día que sea profesora, porque todo parecería indicar que algún día terminaré del otro lado del aula, seré implacable con la buena redacción. No pretendo que todos sean Shakespeare pero mínimo, MÍNIMO, tendrían que poder aplicar las reglas que nos enseñaron en la primaria. Sí, leíste bien, muchas de las cosas que nos hacen buenos redactores las aprendimos siendo retoños y las revisamos durante toda la secundaria, por lo que no debería haber excusa para determinadas faltas.
De esta forma paso a ser una fundamentalista de las buenas costumbres y una militante de la buena redacción, o en palabras de todo el mundo «una rompe bolas sin remedio«. Pero qué le voy a hacer, cada uno tiene sus manías que por más que las reprimas en algún momento saltan. No está bien, a veces debería poder controlarme un poco más, aunque mientras no le haga mal a nadie seguiré siendo un poquito más ñoña que la media.
Jajaja me hiciste reír, porque yo soy igual!
Me resulta imposible hacer de cuenta que no vi nada cuando alguien confunde en alguna palabra la c con la s. Y ni hablar si leo que alguien escribió «haci» en vez de «así» (y me empiezan a doler los ojos). Terminás ganándote el odio de todos, pero es tal cual, si aprendimos en primaria las reglas de ortografía, ¿por qué es tan difícil para algunos, no? Saludos!
Me gustaMe gusta
Parece que es demasiado complicado escribir bien, pero bueno, opto por tomarlo como gracia porque sino me sale la María Elena Fuseneco de adentro, jajaja!
Gracias por pasar!
Me gustaLe gusta a 1 persona