Hace 3 meses que no vuelvo a casa y hace casi 2 que Apolo se fue para siempre. En este tiempo tuve la posibilidad de volver pero no quise, no me lo permití, no podía enfrentarme a ver mi patio sin él. Hoy tengo que hacerlo, y aunque es por una muy buena causa te aseguro que es complicado.
Mañana mamá va a cumplir 60 años, así que me pedí unos días en el trabajo y esta tarde salgo para Santa Fe. Es lindo volver a casa y pasar tiempo en familia, aprovechando mi cama y disfrutando de la naturaleza que rodea mi hogar, pero esta vez debo admitir que tengo miedo.
Es la primera pérdida que vivo estando lejos, cuando Jaime se fue yo vivía ahí y tuve que enfrentarme al adiós desde el momento en que pasó. Ahora, estando lejos, me cuesta asimilar que Apolo ya no está, pero ir y ver el patio sin él va a ser la prueba material de que mi amigo se fue y que nunca va a volver.
Quizás te parezca un poco bajón que hable de esto, siendo que mañana será un día tan especial para nosotros y sobre todo para mamá, pero es lo que me pasa y lo que siento. Me duele volver, me duele aceptar la realidad, me duele darme cuenta de que alguien que yo tanto quería ya no está.
Esos ojos marrones, ese pelo suave y esponjoso, esa felicidad que sentía al verme llegar ya no van a estar en ese perro sino en otro, y aunque a Toto lo quiero él no es Apolo. Nada reemplaza un amor tan grande, así como nadie reemplazó a Jaime en su momento. Apolo siempre me esperaba en el pasillo meneando la cola, golpeándola contra el ventanal del quincho haciendo ruido, y parecía que en su hocico había una sonrisa al verme llegar. Apolo se dejaba abrazar mientras hacía fiesta, y sus ojos lo decían todo.
Sé que este sentimiento irá mermando, que en un año ya no va a doler tanto y que al final me van a quedar sólo los recuerdos hermosos, pero hoy vuelvo a sentir el mismo vacío en el pecho que sentí ese martes que se fue, y vuelvo a llorar desconsolada como lo hice en la universidad aunque esta vez estoy sola. Siento que la herida que fue cerrando durante estos meses se vuelve a abrir, no tan grande, pero sangra igual.
De todas formas, como me dijo una compañera de trabajo, hay que enfrentar el dolor, hay que enfrentar los miedos, hay que verse cara a cara con eso que te hace mal para poder superarlo y seguir. La próxima vez que vuelva a casa ya no será tan raro, y así hasta que todo vuelva a la normalidad.
Pero a pesar de todo amo volver, disfrutar de la gente que más me quiere en el mundo, de mis cosas, ¡de mi cama! El patio va a tener otro dueño, al menos los teros siguen ahí, y yo de a poco voy a ir dándome cuenta que mi amigo no se fue para dejarme sino para estar siempre a mi lado.
Vas a sentir que falta algo. Vas a llegar, sabiendo que no está, pero una parte de vos está acostumbrada a la rutina, y vas a esperar que esté ahí, moviendo la cola, haciendo ruido y fiesta. Y lo que te va a chocar es que no esté, y que vos te hayas permitido pensar que quizás había una ínfima chance de que todo haya sido un sueño que creó tu cerebro. Nunca va a doler más que en ese momento. Lo bueno es que a partir de ahí, va a doler menos. Vas a crear una nueva rutina.
Pero no te engañes, Apolo siempre va a estar. Va a ir con vos en bondi hasta Santa Fe, así como te acompaña a muchos otros lados. Suena crudo, pero hay ventajas al estar muerto: podés estar simultáneamente con todas las personas que amaste en vida, sin importar la distancia que las separe. Y te juro, te juro que es así. Con el tiempo se muestran menos, cuando ven que ya podemos andar por la vida sin tanto cuidado, o que ese cuidado ya lo están haciendo otros. Pero vuelven, siempre vuelven, porque saben que nunca vamos a dejar de necesitarlos. Afortunadamente, nunca vamos a dejar de necesitarlos y ellos siempre van a estar ahí.
Hay gente que tiene fe en distintas religiones, y yo nunca encontré la mía. Pero si tengo que creer en algo del catolicismo, yo creo en los ángeles de la guarda. ¿Cómo no hacerlo?, si tengo mi propio clan de ángeles perrunofelinos, que se turnan para aparecerse en mis sueños, en mi departamento porteño y en mi casa entrerriana…
(Y hablando de eso, hoy hacen seis meses que se fue Odile.)
Me gustaMe gusta
Me pasó exactamente eso, sabía que no estaba pero instintivamente miré al pasillo para ver si «por las dudas» pero no estuvo, fui al patio y no lo encontré, fue duro, dolió, pero pasó y seguí.
Gracias por tus palabras Delfi, la verdad que me emocionaste y ayudaste mucho!
Me gustaMe gusta
Te entiendo perfectamente, mi perro/hermano/amigo/compañero se fue después de casi 18 años con nosotros, esto pasó hace ya 6 años pero aún me duele, nadie lo va a reemplazar, es verdad que poco a poco se normaliza pero el vacío que dejan no se llena. Para mi fue como perder una parte de mi familia. Disfrutá mucho de tu familia, y aunque duela, recordá los momentos lindos con Apolo. Saludos.
Me gustaMe gusta
Gracias por tus palabras! Disfruté estando en casa pero el primer momento fue raro, por suerte después el chiquitito se encargó de que tenga la cabeza en otro lado XD
Te mando un beso!
Me gustaMe gusta
Es muy triste eso de salir al patio y que no esté tu perro, pero como vos decís, cada vez se hace menos raro, y si ya hay otro perro, más fácil todavía.
Beso!
Me gustaMe gusta