Todos, absolutamente todos los seres (humanos y animales) de este planeta hemos sentido miedo alguna vez, incluso los más fuertes, aquellos que demuestran una confianza plena en sí mismos. Quizás ellos sean quienes más miedo sienten pero se sobreponen y salen adelante.
Ayer en el trabajo me puse a buscar textos inspiracionales, en uno de esos momentos de quietud aeroportuaria, y encontré esta TED Talk de Elizabeth Gilbert, la autora del famoso libro Comer, Rezar, Amar, quien habla sobre darle alas a la creatividad.
El libro fue muy exitoso y por eso mucha gente le pregunta si no tiene miedo de que le resulte imposible igualarlo o superarlo, a lo que ella responde que sí, pero que igual sigue trabajando. Elizabeth habla de las distintas fuentes de la creatividad a lo largo de la historia, de cómo antes el genio era pensado como algo externo al hombre y después se consideró como algo inherente a él. Dice que esto último es malo y peligroso porque es mucha presión recayendo en una persona, y es cierto, el ego se puede disparar y así también se puede perder la magia.
Pero yo me quedé con la parte en la que admite tener miedo, y me puse a pensar en todas las ocasiones en las que yo también lo siento. A veces puedo elegir buscar lo positivo dentro de todas esas dudas, otras simplemente tengo que convivir y seguir trabajando.
Me da mucho miedo no poder cumplir mis objetivos, que estar estudiando sea en vano y que al final nunca pueda estar arriba de un escenario. Me da un miedo abrumador pensar en no poder formar una familia, me da miedo si el día de mañana no puedo tener hijos, me da miedo quedarme sola cuando mi familia ya no esté. Me preocupa hacer muchos planes y que la vida me lleve por un camino que no quiero.
También tengo miedos «mundanos», típicos de quien vive en una gran ciudad plagada de hechos delictivos. La inseguridad es algo que me da mucho miedo, pero elijo no sentirlo. Elijo día a día no juzgar a la gente que me cruzo en la calle por su aspecto, elijo tener confianza en ellos y en mí, elijo pensar que el otro no tiene ningún motivo para hacerme algo y entonces por qué yo habría de sentir miedo. Tengo cuidado, soy precavida, pero trato de no tener miedo.
El miedo paraliza, te bloquea física y mentalmente. Si viviera prestando atención a todos los delitos que pasan en el noticiero creo que me volvería loca, no podría resistir tanta maldad. Sé lo que pasa en el país, en la ciudad, en el mundo, lo sé, pero elijo confiar. Ahora con lo otro es más difícil, porque no depende de ellos sino de mí.
Hay cosas que en mi vida no podré manejar, el miedo a no poder tener hijos es algo que sólo lo comprobaré el día que quiera tenerlos. Me dan miedo algunas enfermedades que no sé si están presentes en mis genes, me da miedo quedarme sola y es algo que no voy a poder controlar porque no puedo decidir por la vida de los que me rodean. Habrán decisiones que tomaré y que afectarán el curso de estos temores, pero aún no tengo las respuestas y mientras hay que convivir con esta incertidumbre que, obviamente, me asusta.
En cuanto a la creatividad, tengo algunos problemas para soltarme en las clases de integración y actuación; todavía hay inseguridades que no puedo manejar, aún hay ciertos complejos que tengo que enfrentar y lo bueno es que la profesora me sacó la ficha y me instó a que luche contra eso, que salga, que me muestre, que lo supere. Y eso, exponerme tanto, también me da miedo. Estoy adentro de un cascarón que poco a poco se va rompiendo, y el afuera es desconocido, y lo desconocido atemoriza.
Lo único que me queda pensar después de todo esto es que lo principal es aceptar todos estos miedos que me rodean, aprender a convivir con ellos y poco a poco soltarlos. Lo que será, será, todo a su debido tiempo. Sé que están, los conozco, los tengo en cuenta, pero no quiero dejar que me dominen. De todas formas, si no los tuviera la vida sería bastante aburrida, ¿no?
Algo bonito* 