Hace un par de meses me enteré que la genia de Aniko Villalba había abierto un nuevo espacio dedicado exclusivamente a la escritura y a todo lo que con ella se relaciona (libros, lapiceras, cuadernos, disparadores) con el objetivo no sólo de mostrar al mundo sus textos sino con la firme convicción de ayudar a todos aquellos que amamos escribir pero que muchas veces no sabemos sobre qué.
El blog se llama Escribir.me y es precioso, muy amigable y sobre todo inspirador. Entrar a este espacio hace que quieras agarrar un cuaderno al instante para ponerte a escribir, porque Aniko se nutre de distintos autores para crear disparadores o consignas que te impulsan a prestar más atención a tu entorno, demostrando que se puede escribir sobre cualquier cosa. Para mí el mejor ejemplo fue el disparador sobre la oda a la cebolla.
Algún día voy a hablar específicamente sobre Aniko y cuánto la admiro (aunque creo que ya lo hice), de la vez que la conocí en San Telmo y de cómo volví locos a mis papás cuando llegué a casa con sus tarjetas de presentación cual fan de Wanda. Pero hoy me quiero enfocar en el primer ejercicio de escritura que hago para invitarte a vos a sumarte a esta iniciativa.
Cuando era chica escribía mucho, participaba en concursos y hasta hacía poemas. Con el tiempo lo fui dejando hasta que la lapicera dio paso a las teclas y me convertí en blogger. Me cuesta mucho escribir en papel, por haber perdido el entrenamiento me duele la mano si escribo mucho, pero no hay mejor sensación que la de concentrarse y adentrarse en el mundo de fantasía que uno mismo está creando, ¡y si esto se da en el marco de una cafetería tanto mejor!
Así que si te gusta escribir y no sabes sobre qué, si te da intriga saber de qué se trata esto de los disparadores, o si simplemente te interesa recibir una buena dosis de inspiración, haceme caso y pasá por Escribir.me que probablemente algunas consignas las voy a estar escribiendo acá.