Hace exactamente 6 años, el 9 de marzo de 2009, empecé mi primera carrera en la universidad. Estaba nerviosa, no sabía qué iba a pasar, no sabía si me iba a gustar, y lo único que me dejaba un poco tranquila era que una de mis compañeras del curso de ingreso estaría en el mismo curso que yo, así que no iba a estar completamente sola.
Hace 6 años no conocía la universidad, venía de estar 14 años en la misma escuela, con los mismos compañeros, con un cuerpo docente que me conocía desde el jardín de infantes hasta la secundaria y de pronto estaba en un lugar totalmente desconocido. En la Dante Alighieri yo estaba cómoda, era feliz, estaba segura, y de pronto me encontraba en una universidad cuatro veces más grande que mi colegio, con profesores que no conocía, con autoridades inaccesibles (al menos al principio) y con un edificio con más recovecos que un laberinto.
Y empecé, me adapté, fue raro, costó pero seguí. Pasé cuatro años hermosos estudiando, rodeada de gente copada que se convirtió en mi familia. Descubrí el edificio a mis anchas y se volvió conocido, cómodo y seguro. Extrañé mi colegio, extrañé a mi gente, pero aprendí a armarme un nuevo entorno y sobreviví. Tuve mis bajones, esos momentos en los que me preguntaba por qué me había ido tan lejos, por qué no opté por Rosario, por qué no le había hecho caso a mamá, y a cada pregunta la respuesta era simple: «porque vos tenés un sueño y acá lo vas a cumplir«.
Al mismo tiempo empecé a estudiar Teatro Musical en Act&Art, mi condición para ir la universidad. Sí, desde chica fui una estratega y a mi papá le dije que si quería que yo estudiase una carrera «normal» me tendría que dejar estudiar teatro musical aparte. Me dijo que sí, me anoté y ahí fui por dos gloriosos años. Dejé porque necesitaba el trabajo, sino seguía. El segundo año estuve becada y fue desgastante pero muy productivo, vivía entre el estudio y la facu y la verdad que a pesar de estar cansada todo el tiempo, fue el mejor año.
Hacía lo que amaba, RR.PP. me gustaba cada vez más, teatro musical no me defraudaba, compartía mi jornada con gente muy buena onda que tanto en una carrera como en la otra me permitían ser yo a mis anchas, y me hice amigos que perduran hasta hoy así que todos los miedos de ese primer día desaparecieron. Hasta hoy…
Hoy vuelvo a empezar otra carrera en UADE, aunque ahora es la carrera que siempre quise hacer, esa por la que esperé tanto tiempo, por la que pensé que iba a tener que vender un riñón para poder pagarla dado que sólo estaba en el exterior. Volví a sentir el llamado de la vocación (suena muy a cura) en Londres, después de haber visto musicales fantásticos y pensar, una vez más, «yo quiero estar ahí«. Llorar porque en la piel sentís esa urgencia por hacer lo que te gusta, la emoción de saber que ya no sos vos sino tus instintos los que te dicen «eso es lo tuyo«, y la certeza de poder hacerlo son sensaciones maravillosas que se las recomiendo a todos.
Así que como digo siempre: los sueños tardan pero en algún momento llegan. A mí este sueño me tardó muuuuchos años pero al final llegó y no te puedo explicar lo feliz que me hace. Quizás ahora sea pobre, porque mi sueldo se va entre el departamento y la facu, pero voy a ser una pobre maravillosamente feliz 😀
Tuve la oportunidad de conocer UADE el año pasado (no se si recordas que uno de los bibliotecarios es un amigo) y ahora entiendo un poco lo que tuviste que enfrentar hace varios años atrás (si, es enorme la Universidad). Pero el motor fue ese sueño por el que estas luchando, que te permitió terminar con una carrera y hoy te impulsa a comenzar una nueva para seguir avanzando, creciendo. No hay que quitar la vista del objetivo ni bajar los brazos.
Te deseo lo mejor en este nueva etapa Aya. Yo arranco la semana próxima nuevamente el cursado de mi carrera con el deseo intacto de seguir aprendiendo y lograr llegar a la meta (que cada vez esta mas cerca).
¡Saludos!
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Gracias por tus palabras Jere, la verdad que es así, el objetivo siempre firme. Te mando un beso y adelante que ya falta poco!! 🙂
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