Este musical lo vi gracias a mi amiga Flor que me invitó. Con él inauguré la temporada teatral de mi viaje y me llevé gratas sorpresas, no sólo con el musical sino con los teatros londinenses.
Cuando me puse a pensar en todo lo que quería ver la lista se me hizo interminable, hay tanto y tan variado que siempre vas a quedarte con ganas de más. No sabía por dónde empezar, sólo sabía que quería ver The Phantom of the Opera en la mejor ubicación posible sin importar el costo.
Así fue que cuando Flor me mandó un mensaje preguntándome si quería ir mi respuesta fue sí, nos encontramos en el Savoy Theatre y ahí empezó la magia. ¡Qué hermoso teatro! Está ubicado al lado del Savoy Hotel, un lugar emblemático que ha alojado tanto a la realeza como artistas reconocidos.

El teatro en sí es chico, el hall de entrada tiene una mesa con postales de la obra que si vos las entregas al personal ellos las envían por vos. Cuando entrás vas a encontrar el bar y una escalera te lleva al baño de damas. ¡Qué lindo baño! Limpio, bien provisto con jabón líquido y crema para manos, una hermosura.
Entrar a la sala fue el primer contacto con un teatro y vaya impresión me quedó. El auditorio no es muy grande, tampoco chico, tiene las dimensiones correctas para que desde cualquier lugar se pueda ver bien. Esto lo noté después con los demás teatros, en todos vi perfecto a pesar de estar lejos o en ubicaciones poco favorables. El teatro es bastante antiguo, fue inaugurado en 1881 y tiene una placa que indica que fue el primer edificio público del mundo en se iluminado por electricidad.

El Savoy Theatre se presenta como el escenario ideal para un musical que juega con el glamour de una época pasada, en donde el plot principal cuenta la historia de dos chantas de distinta clase que se dedican a engañar a mujeres adineradas para recuperar un reino, o mejor dicho, para acrecentar sus fortunas.
Lawrence es un caballero elegante que se hace pasar por príncipe, mientras que Freddy es un pobre atorrante que se pone a su disposición (muy a su pesar) con tal de aprender el arte del chantaje y lograr la misma fortuna. Pero esto no es todo, ambos apuestan su lugar en Beaumont Sur Mer al primero que logre engañar a una mujer y quitarle 50 mil dólares. Lo que menos se imaginan es lo que les va a pasar.
Como yo no había visto la película el final me sorprendió y me gustó, además de la historia de amor paralela que menos me hubiera esperado. Me gustó mucho, tuve miedo de no entender pero pude captar todo, me gustó ver a gente que para los teatreros ingleses «es grosa». Sin querer vi un musical que me entretuvo y me dejó con ganas de ver más.
Fue un buen musical para empezar a calentar motores porque tiene lindas canciones, buenas coreografías, momentos muy hilarantes, chistes que quizás sólo captaban los locales pero que igual me hicieron reír, y el toque justo de drama que no aburre pero que es necesario.
Si estás en Londres y querés llevar a tu pareja a ver un musical sin que se aburra, llevalo a Dirty Rotten Scoundrels. Si preferís ir solo y tenés ganas de reirte un rato, anda a ver Dirty Rotten Scoundrels. Y sino, espera que en breve te cuento los otros musicales que vi.